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Profecías apocalípticas, virreyes esotéricos, imágenes y geopolítica: Trump, Milei, Netanyahu y Tulsi Gabbard. Entre ICE, mis viajes a LA y arte nuclear oficial, el relato político se convierte en una visión para meses de caos —que toma forma de poder.

Entre Los Ángeles y el acecho de ICE

Estos días viajo constantemente a EE.UU., especialmente a Los Ángeles, y vivo la experiencia terrorífica del acecho de ICE hacia latinoamericanos como yo. Basta un malentendido para que se suspendan las garantías constitucionales. En Pasadena, me hago un look exagerado —reloj de lujo, traje formal— para evitar ser visto como “mexicano” y no ser arrestado. Las grandes ciudades resultan cada vez más hostiles.

Estos días viajo constantemente a EE.UU., especialmente a Los Ángeles, y vivo la experiencia terrorífica del acecho de ICE hacia latinoamericanos como yo.

Nunca imaginé vivir algo así. Pero también crecí en la idea de que los derechos son acumulativos y las amistades permanentes. Hoy entiendo que esa confianza puede ser peligrosa: creer que todo es un “show up” y uno progresa. Ese optimismo reparativo acompañó tanto al macrismo como al kirchnerismo: una racionalidad aspiracional, de clase media que cree que ser visible basta. El kirchnerismo no tenía barro, y el macrismo no era neoliberal: ambos compartían un sueño berreta. Nada de barro popular ni lógica progresista. De pronto, vi el video de Tulsi Gabbard. Y entendí por qué este título encaja.

Nunca imaginé vivir algo así. Pero también crecí en la idea de que los derechos son acumulativos y las amistades permanentes. Hoy entiendo que esa confianza puede ser peligrosa: creer que todo es un “show up” y uno progresa.

Estética de la aniquilación: Tulsi Gabbard como profetisa del nuevo orden

El video de Gabbard, Directora Nacional de Inteligencia Norteamericana—financiado por el gobierno de USA— no es un informe, es un rito oscuro: blanco y negro que muta a sepia, pasos entre ruinas, lluvia ácida, kitsch gótico. Gabbard camina sola, vestida como monja profética, habla en un tono monocorde: “El invierno nuclear llegará. La radiación matará a millones…” Y suelta el mayor estremecedor: “Tal vez lo estén planeando. Tal vez estén seguros de sobrevivir en búnkers…” Ese “tal vez” no dice duda: anuncia el futuro.

El video de Gabbard, Directora Nacional de Inteligencia Norteamericana es un rito oscuro. Sacerdotisa profética, habla en un tono monocorde: “El invierno nuclear llegará. La radiación matará a millones… menos a los ricos”

Días después, Trump ordena un ataque a Irán. No es casualidad. El video anticipa —sin explicitarlo— esa ofensiva. Gabbard no habla del pasado ni de teorías: señala un presente terminal. No informa: denuncia. No advierte: profetiza desde Hiroshima, epicentro del horror nuclear. Así, el blanco y negro se torna sepia, efecto que evoca a la “Piss Christ” de Andrés Serrano. La cámara se detiene en un dibujo infantil de cuerpos calcinados bajo lluvia ácida. Es arte político, sí, pero diseñado para el miedo global.

De Hiroshima a la Tierra Plana: conspiración como estética del poder

Ese estilo mesiánico-esteticista conecta con Lilia Lemoine y su teoría de la Tierra plana. Lemoine afirma que al cuestionar el alunizaje amerita renegociar toda narrativa instituida. Gabbard también —pero desde el poder estatal. Ambas comparten la misma estructura: denunciar una verdad que se oculta, una élite que manipula, quienes se atreven a ver más allá.

Arte politico mesiánico-esteticista para el miedo que conecta con Lilia Lemoine y su teoría de la Tierra plana que renegocia toda narrativa instituida. Gabbard también hace eso —pero desde el poder nuclear. Ambas denuncian verdades ocultas, élites que manipulan la muerte.

La diferencia es la escala: al hablar la directora nacional de inteligencia de EE.UU., esos mensajes tienen consecuencias militares. Lilia opera en los márgenes culturales sin formación política ni respaldo institucional. Pero la lógica es idéntica: conspirar para deslegitimar la evidencia, fabricar miedo, convertirse en poseedora de lo oculto.

El trumpismo en fase terminal?: Caos programado

Gabbard no es un error ni un incidente aislado. Es pieza central de la estrategia. Trump desmantela la gobernabilidad: disuelve Doge, degrada la vigilancia oficial, y privatiza el espionaje. No hay menos control, hay más opacidad y ahora oscuridad. Se externalizan datos, se radicaliza el sistema.

El “gabinete esotérico” de Tump funciona con transmisión paranoica: líderes mesiánicos, profetas de lo apocalíptico, tecnócratas del shock, preservacionistas subterráneos. El objetivo no es salvar, sino ser verdugos globales.

Este “gabinete esotérico” funciona con transmisión paranoica: líderes mesiánicos, profetas de lo apocalíptico, tecnócratas del shock, preservacionistas subterráneos. El objetivo no es salvar, sino ser verdugo global. El bombardeo se ve como purificación, dado en nombre de una oligarquía mesiánico‑nuclear.

Conclusión

Vivimos en un tiempo donde la política es profecía, la estética amenaza y la conspiración se institucionaliza. Cuando los virreyes del poder dejan de simular, revelan que el único consenso que les importa es el sacrificio del otro. Y para lograrlo, solo necesitan temor, espectáculo y fe esotérica.

Trump, Milei, Netanyahu, and Tulsi Gabbard: Esoteric Viceroys of the Schizo-Political Oligarchy

Between Los Angeles and the ICE Hunt

These days I’m constantly traveling to the United States, especially to Los Angeles, and experiencing the terrifying ordeal of ICE surveillance on Latin Americans like me. A simple misunderstanding can lead to the suspension of constitutional protections. In Pasadena, I exaggerate my look — luxury watch, formal suit — to avoid being perceived as “Mexican” and risk arrest. These megacities are becoming increasingly hostile.

I never imagined I’d be living through something like this. But I also grew up believing that rights accumulate over time and friendships are permanent. Now I see that such trust can be dangerous: believing that just “showing up” is enough to progress in life. That reparative optimism accompanied both machismo and Kirchnerism: a kind of aspirational middle-class rationality that thinks being visible is sufficient. Kirchnerism had no mud, and Macrismo was never neoliberal: both clung to a trashy dream. No popular mud, no progressive logic. Then suddenly, I saw Tulsi Gabbard’s video — and understood why this title fits.

Aesthetic of Annihilation: Tulsi Gabbard as Prophetess of the New Order

Gabbard’s video — funded by the U.S. government — is not a report, but a dark ritual: black and white that turns to sepia, footsteps among ruins, acid rain, gothic kitsch. Gabbard walks alone, dressed like a prophetic nun, speaking in a monotone voice: “The nuclear winter will come. Radiation will kill millions…” Then comes the most chilling line: “Maybe they’re planning it. Maybe they’re sure they’ll survive in bunkers…” That “maybe” does not express doubt — it predicts the future.

Gabbard’s video turns her into a prophetic nun: “The nuclear winter will come. Radiation will kill millions…” Then comes the most chilling line: “Maybe they’re planning it. Maybe they’re sure they’ll survive in bunkers…”

Days later, Trump orders an attack on Iran. Not a coincidence. The video foretells — without stating — that offensive. Gabbard isn’t speaking about the past or theories: she’s pointing to a terminal present. She doesn’t inform: she denounces. She doesn’t warn: she prophesies — from Hiroshima, epicenter of nuclear horror. Thus, black and white turns to sepia, evoking Andrés Serrano’s Piss Christ. The camera lingers on a child’s drawing of charred bodies under acid rain. It’s political art, yes, but crafted for global dread.

Gabbard doesn’t inform: she denounces. She doesn’t warn: she prophesies — from Hiroshima.. Thus, black and white turns to sepia, evoking Andrés Serrano’s Piss Christ. The camera lingers on a child’s drawing of charred bodies under acid rain: political art, crafted for global dread.

From Hiroshima to Flat Earth: Conspiracy as the Aesthetic of Power

That messianic-aestheticist style connects directly with Lilia Lemoine and her Flat Earth theory. Lemoine claims that questioning the moon landing forces you to renegotiate all official narratives. Gabbard does the same — but from within state power. Both share the same structure: to expose a hidden truth, an elite that manipulates, and those brave enough to see beyond.

The difference lies in scale: when the Director of National Intelligence speaks, those messages have military consequences. Lemoine operates at the margins of culture, with no political background or institutional backing. But the logic is identical: conspiracy to delegitimize evidence, manufacture fear, and crown oneself bearer of the hidden.

Terminal Phase Trumpism: Programmed Chaos

Gabbard is no accident nor isolated incident. She’s a key piece of the strategy. This government is dismantling governance itself: dissolving Doge, degrading official oversight, privatizing espionage. There’s not less control — only more opacity. Data is outsourced, and the system radicalized.

Trump’s “esoteric cabinet” runs on paranoid transmission: messianic leaders, apocalyptic prophets, shock technocrats, underground preservationists. The goal is not salvation, but global execution. The bombing is seen as purification — carried out in the name of a messianic-nuclear oligarchy.

Trump’s “esoteric cabinet” runs on paranoid transmission: messianic leaders, apocalyptic prophets, shock technocrats, underground preservationists. The goal is not salvation, but global execution.

Conclusion

We live in a time when politics is prophecy, aesthetics is threat, and conspiracy has become institutionalized. When the viceroys of power stop pretending, they reveal that the only consensus they care for is the sacrifice of others. And to achieve it, they only need fear, spectacle, and esoteric faith.

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Una respuesta a “Trump, Milei, Netanyahu y Tulsi Gabbard:Virreyes Esotéricos de la Oligarquía Esquizo‑Política (Esp) or ‘Trump, Milei, Netanyahu, and Tulsi Gabbard: Esoteric Viceroys of the Schizo-Political Oligarchy’ (eng)”

  1. Rodri, seguí reduciendo esta delicada coyuntura, con su enorme tendal de gente despedazada y alienada, a tu escala de pequeños traumas y resentimientos burgueses y a tus disquisiciones teóricas de boutique. Acá en el café del malba nos re divertimos con el despliegue barroco de tu narcisismo.

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