Esta es La Mala Educación de esta semana: un episodio dedicado a Dante Gebel, a su maquinaria emocional, su retórica del consuelo y su lugar en la escena mediática contemporánea. Un análisis incómodo, sin caricaturas, sobre cómo funciona hoy el carisma religioso cuando se vuelve industria cultural. Pero este jueves de Navidad, La Mala Educación cambia de eje. El próximo episodio está dedicado a Pedro Rosemblat y a otro fenómeno: el streaming político, la construcción del “nosotros”, la reacción permanente y la nueva élite mediática que prefiere no verse como tal. No como biografía, sino como síntoma de época.

MARTIN FIERRO DE STREAMERS VS. SNOBISMO ANTI+INTERNET K

Durante años, la cartografía mediática argentina estuvo atravesada por una división que no era solo técnica sino profundamente moral. El kirchnerismo ilustrado palermitano —con su énfasis en la calle, la marcha, el libro como fetiche y la conversación cara a cara— cultivó una desconfianza explícita hacia Internet, percibido como espacio menor, poco serio o directamente tóxico. La militancia encontraba su legitimidad en el cuerpo reunido, en la plaza, en el piquete, en el ritual colectivo de “juntarse”. Internet quedaba relegado a un segundo plano, cuando no abiertamente despreciado, como si la circulación digital careciera de densidad política o intelectual real. Ese snobismo anti-internet no fue marginal: estructuró una época. Incluso proyectos que se acercaban a la producción teórica o crítica lo hacían desde la lógica del libro por venir, no desde la escucha efectiva de lo que ya circulaba online.

Durante años, la cartografía mediática argentina estuvo atravesada por una división moral. El kirchnerismo palermitano —con su énfasis en la marcha, el libro como fetiche y la conversación cara a cara— cultivó una desconfianza explícita hacia Internet, percibido como espacio tóxico. Ese snobismo estructuró una época.

COVID y la Emergencia del Streaming

En el medio de ese mundo irrumpe el COVID como acontecimiento definitorio. La imposibilidad del cuerpo reunido, la suspensión de la calle como espacio de legitimación y la virtualización forzada de la vida cotidiana alteraron radicalmente ese equilibrio. Internet dejó de ser suplemento y pasó a ser condición. Pero el streaming que emerge después no es la prolongación del caos digital previo, sino su reorganización. No hereda la violencia, la ironía cruda ni la desmesura que habían caracterizado a ciertos momentos de la cultura online; hereda lo que puede ser estabilizado, profesionalizado y capitalizado. Lo que aparece no es el Internet plebeyo sino un tercer régimen mediático: ni televisión tradicional ni red salvaje, sino un espacio híbrido, financiado, ordenado, perfectamente legible.

Tras Covid lo que aparece no es el Internet plebeyo sino un tercer régimen mediático: ni televisión tradicional ni deep web, sino un espacio híbrido, financiado, ordenado, perfectamente legible.

Los Martin Fierro de Streaming como Lugar de Asalariados

En ese contexto, la alfombra roja de los Martín Fierro del Streaming debe leerse menos como celebración y más como escena de trabajo. Los cuerpos que aparecen allí no van a divertirse. Van a cumplir una función. El premio no está asegurado, la posición no está consolidada y la visibilidad se disputa. Por eso están mejor vestidos que en muchas galas de la televisión tradicional: porque no se trata de inercia sino de competencia. El erotismo aparece controlado no por pudor sino por cálculo. La gala no es un espacio de networking íntimo sino de exposición pública. La ropa no busca seducir a otro cuerpo, sino convencer a un sistema.

La alfombra roja de los Martín Fierro del Streaming debe leerse menos como celebración y más como escena de trabajo. Los cuerpos que aparecen allí no van a divertirse. Van a cumplir una función. El premio no está asegurado, la posición no está consolidada y la visibilidad se disputa.

De Luquitas Rodriguez a Yanina Latorre: El Archivo Amnésico

En el primer episodio mis red carpets del evento percibí el uso del archivo oscuro —encajes, transparencias, nocturnidad, erotismo histórico— como algo que no puede leerse ya en clave posmoderna clásica. No estamos ante la lógica de la cita irónica ni del pastiche tal como lo pensaba Jameson, ni tampoco ante la melancolía donde el pasado retorna como fantasma de futuros cancelados. Aquí el archivo no vuelve como espectro ni como ironía, sino como superficie perfectamente gestionada. El pasado oscuro aparece sin angustia, sin heridas. No hay duelo ni nostalgia; hay ‘diseño’. Es un archivo desactivado de su potencia temporal, convertido en repertorio decorativo. La intensidad es formal, no histórica. El deseo no se pierde: se administra.

En el primer episodio mis red carpets del evento percibí el uso del archivo oscuro —encajes, transparencias, nocturnidad, erotismo histórico— como algo que no puede leerse ya en clave posmoderna clásica

Mirá estas Red Carpets como complemento a la lectura.

De Marcos Giles a Mariana Brey: La hipermasculinidad en duda.

En el segundo episodio, el cuerpo masculino aparece elegantemente suspendido en una infantilización controlada. Nerd, colegial, varón estilizado sin amenaza. Es una masculinidad cuidadosamente desprovista de agresividad. La llamada “masculinidad tóxica” queda fuera de escena, pero no como conflicto resuelto sino como exclusión silenciosa. No es casual quiénes no están. En la era Milei-Trump, donde la hipermasculinidad brutal reaparece como figura política explícita, esta alfombra propone su contrario estético: un masculino pulido, contenido, casi adolescente. Aquí resuena, de forma desplazada, aquella intuición de bell hooks sobre la crisis de la masculinidad patriarcal: no se la confronta, se la esquiva mediante una estetización que la vuelve inofensiva. La vanguardia masculina no violenta sino que tranquiliza.

En el segundo episodio, el cuerpo masculino aparece elegantemente suspendido en una infantilización controlada. Nerd, colegial, varón estilizado sin amenaza. Es una masculinidad cuidadosamente desprovista de agresividad.

De Marina Calabró a Fiorella Gimenez: La Sexualización Neo-Conservadora

El tercer episodio es quizás el más revelador. La hipervisibilización del cuerpo femenino convive con una impenetrabilidad absoluta. Después de Ni Una Menos, en un contexto de neoconservadurismo global, la mujer reaparece como objeto sexualizado pero políticamente blindado. Se muestra todo, pero no se entrega nada. No hay vulnerabilidad real ni exposición subjetiva. El cuerpo es imagen disponible, pero no experiencia compartida. En este sentido, la sexualización no contradice el conservadurismo: lo refuerza. La mujer es deseable, pero inaccesible; visible, pero cerrada. El conflicto se neutraliza no ocultando el cuerpo, sino exhibiéndolo de forma perfectamente controlada.

El tercer episodio es quizás el más revelador. La hipervisibilización del cuerpo femenino convive con una impenetrabilidad absoluta. Después de Ni Una Menos, en un contexto de neoconservadurismo global, la mujer reaparece como objeto sexualizado pero políticamente blindado

Los tres episodios responden a una misma lógica temporal. El deseo aparece congelado, estabilizado en un presente continuo que no avanza ni retorna. Esto es, quizás, lo que el streaming hace con lo que alguna vez fue Internet: le quita su temporalidad disruptiva. Si la red había sido el lugar de la aceleración, del exceso, de la promesa y del colapso, aquí se convierte en presente permanente. En términos cercanos a Vattimo, no hay acontecimiento fuerte, sino debilitamiento del tiempo histórico. Todo ocurre ahora, todo es visible, nada insiste.

Los tres episodios responden a una misma lógica temporal. El deseo aparece congelado, estabilizado en un presente continuo que no avanza ni retorna. Esto es, quizás, lo que el streaming hace con lo que alguna vez fue Internet: le quita su temporalidad disruptiva.

La Pseudo-Kardashianización de los medios argentinos

Esta estabilización no sería posible sin una fantasía central: la de igualdad y horizontalidad simulada. La alfombra roja del streaming insiste en la cercanía, en el “somos como ustedes”, en la desaparición de jerarquías. Pero esa fantasía tiene consecuencias. No elimina el poder: lo disimula. La élite no se presenta como tal, pero se reproduce estéticamente. En ese sentido, lo que vemos no está tan lejos de una kardashianización de los medios argentinos: cuerpos trabajados, intimidad exhibida, conflicto neutralizado, desigualdad estetizada.

La alfombra roja del streaming insiste en la cercanía, en el “somos como ustedes”, en la desaparición de jerarquías. Pero esa fantasía tiene consecuencias. No elimina el poder: lo disimula.

Vestirse “cool” hoy en la Argentina significa, a la luz de todo esto, algo muy preciso. No es arriesgar ni romper. Es saber administrar signos de diferencia sin desestabilizar el orden. Es parecer actual sin incomodar, intenso sin perder control, cercano sin ser accesible. Es una forma de defensa estética del presente. Y quizás por eso mismo, más que una moda, lo que esta alfombra roja nos muestra es una ética: la ética de un tiempo que aprendió a exhibir el deseo mientras se protege cuidadosamente de él.

Vestirse “cool” hoy en la Argentina significa, a la luz de todo esto, algo muy preciso. No es arriesgar ni romper. Es saber administrar signos de diferencia sin desestabilizar

© Rodrigo Cañete, 2025. Publicado originalmente en La Mala Educación. Reproducción total o parcial solo con cita de autor.

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