Adorni, el candidato mileista para la Capital Federal ha sido anunciado lo que excluye al Macrismo de toda alianza pero, lo más importantes, es que pone sobre el tapete la cuestion de lo masculino como algo gris, pelado y, para peor, con una pelada como si fueran hongos.

Peladxs
Si bien tradicionalmente la calvicie masculina era vista como un signo de envejecimiento o de pérdida de virilidad, en la actualidad se ha transformado en un símbolo de poder, rebeldía e incluso atractivo, dependiendo del contexto en el que se observe; sobretodo si hablamos de MAGA antes de las elecciones norteamericanas cuando se volvió preppy y juvenil. El caso argentino es diferentes porque hay menos pelados (y es algo genético). Sin embargo, antes de llegar a esa fase final de la pelada en que el hombre acepta su calvicie, hay una fase que tiene que ver con el ocultamiento, la negación, el uso de trucos y artificios para ocultarla. El candidato de Milei en la Capital está atravesando por ese período. Este proceso de ocultamiento, que a veces roza lo patético o lo inseguro, tiene profundas implicaciones sobre cómo los hombres experimentan su identidad y cómo la sociedad percibe las diversas versiones de la masculinidad y y esto en el grupo de Milei basado en ‘roturas de ojete’ y ‘potencias impotentes’ es u problema.
En el caso de Manuel Adorni, conocido por sus pseudo-elegantes presentaciones mediáticas, la pelada no solo es una cuestión de estética personal, sino que se inserta en un problema discursivo cultural que busca evitar la vulnerabilidad y la percepción de debilidad. Al ocultar su calvicie, Adorni se conecta con esa masculinidad tradicional, aún comprometida con los estándares de belleza que se nutren de una versión idealizada de lo que significa ser un hombre “completo”. Tengamos en cuenta que cuanto mas se acentua la crisis, mas aparece la imagen de Milei supereo con melena de leon por lo que la eleccion de un ‘hombre gris pelado’ es un problema. Esta “masculinidad comprometida” no se trata solo de los rasgos de virilidad más comunes, como la fuerza o la agresividad, sino también de un compromiso con ciertos códigos de visibilidad que se relacionan con la vitalidad y la capacidad de “dominar” su propia imagen; en el caso del tipo a cargo del dominio de la imagen presidencial.
Masculinidad Frágil en la Era Gordon Dan
Vinculado con esto, el proceso de masculinización que estamos observando en la Era Milei y, más explícitamente, en movimientos como el MAGA en Estados Unidos, está marcado por una lucha en torno a la representatividad del hombre, o mejor dicho, de qué significa ser hombre tras el feminismo, en la esfera pública. Los hombres que se alinean con estas ideologías están comprometidos con una versión de masculinidad que no solo es reactiva y protectora, sino que también se encuentra anclada en una exageración de lo “tradicional” frente a lo que perciben como una amenaza a su poder: la feminización de la sociedad, la inclusión de diversas identidades de género y el cuestionamiento del patriarcado.
La calvicie, o su ocultamiento, pasa a ser también una metáfora de esta lucha: un signo de lo que se trata de preservar y ocultar, algo que una vez fue robusto y ahora necesita ser camuflado para seguir manteniendo su aparente integridad. Entonces cómo compatibilizamos, la masculinidad comprometida de los hombres asociados con el MAGA Mileista (Gordo Dan, etc); por ejemplo, que buscan imponer una imagen de virilidad agresiva y despojada de cualquier debilidad, lo cual incluye no solo la estética corporal, sino la postura frente al poder y la lucha cultural con la calvicie que es un signo de envejecimiento y, de cierta forma, de derrota, en tanto fracaso de alcanzar una masculinad idealizada. El gran problema es que cuando la camara se vuelve zenital, la calvicie de Adorni se vuelve ‘hongosa’ que son, generalmente, simbolos de enfermedad y, en algunos casos, descomposición: miedos colectivos que hoy afectan a la sociedad. Los hongos, especialmente los que afectan la piel, a menudo evocan una sensación de invasión, de algo que se infiltra en el cuerpo, algo que no pertenece. Será por eso que Adorni inisiste con erigir un muro para que no entren los extranjeros en la frontera boliviana?
Pelada con forma de hongos
Esta invasión es vista no solo como un problema físico, sino como un signo de desorden o de no cuidado personal, lo que puede generar vergüenza. En la cultura contemporánea, que valora la salud y la higiene como pilares de la imagen social, los hongos en la piel se asocian con la decadencia o el descuido. Se convierten en un signo de que algo no está en su lugar, que el cuerpo ya no es completamente controlable o limpio. En la cultura del rendimiento físico y la belleza, las ampollas también se asocian con una especie de exceso, una transgresión del límite, ya sea por exceso de ejercicio, estrés o incluso de estigmatización. Hay un cierto tabú asociado a los blisters porque son algo que no se puede controlar: aparecen por causas externas, a menudo por algo que no previmos o no pudimos evitar, lo que provoca miedo y ansiedad. Tanto las ampollas, los blisters como los hongos son simbolos de invasion de un cuerpo (la patria?) supuestamente impermeables.
Pero tambien, en términos psicológicos y filosóficos, los hongos y los blisters en la piel podrían ser interpretados como metáforas de las imperfecciones internas. La piel, como frontera entre el interior y el exterior, se convierte en el lugar de manifestación de esos miedos. La aparición de hongos puede verse como una señal de la contaminación o de una invasión que no solo afecta al cuerpo, sino también a la identidad. Los blisters, por su parte, pueden simbolizar el sufrimiento oculto, la presión que se ejerce sobre el cuerpo y la psique hasta que se llega a la ruptura. Ambos fenómenos tocan nervios sensibles en una sociedad obsesionada con la limpieza, el control y la perfección.
Finalmente, estos miedos sobre los hongos y los blisters no son simplemente sobre lo físico, sino también sobre lo simbólico: los miedos al caos, al desorden y a la vulnerabilidad. Adorni pasa a simbolizar el fracaso de un proyecto que, aunque no lo acepte, monitorea la apariencia, estos signos visibles de descomposición o daño se convierten en recordatorios inquietantes de que la perfección es inalcanzable, y que el cuerpo, al final, siempre será susceptible a la imperfección y al deterioro, tanto en lo físico como en lo simbólico.





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