LA ECONOMÍA, EL ESTADO DE BIENESTAR Y LA MASCULINIDAD EN RIESGO
El gobierno de Milei enfrenta un escenario complejo. A pesar de la reducción de la pobreza reportada por el INDEC y la caída de la inflación, la fragilidad del modelo económico llevan a que estos logros sean efímeros. La falta de una estrategia sostenible que combine estabilidad macroeconómica con bienestar social pone en riesgo no solo la continuidad de estas mejoras, sino también la legitimidad política del oficialismo de cara a las próximas elecciones. La relación entre desregulación de precios, el ridículo dólar barato que hace que un café en Starbucks salga casi el doble que en Inglaterra o un pollo cueste casi treinta dolares, ponen en peligro lo que, hace meses era una victoria segura.
Desde una perspectiva de cierto grado de distribución entre los sectores y regiones menos favorecidas, sobretodo con las inundaciones y su efecto en la economía, la pregunta central es: ¿qué tan real y sostenible es esta anunciada ‘recuperación’ que parece no ser tal? Sin políticas activas de redistribución, generación de empleo y fortalecimiento del mercado interno, cualquier avance será transitorio. Si el gobierno sigue apostando solo por la estabilidad cambiaria se funde en semanas y el ajuste fiscal sin considerar los costos sociales es, a esta altura, imposible. Todo esto hace que Milei corra el riesgo de perder no solo las elecciones, sino también el apoyo de aquellos sectores que confiaron en su promesa de cambio. Esto se traduce en un reverso de la situación de protección del establishment con la que contaba hasta hace días. Pero la decisión de la pelotuda de Cristina Kirchner de mandarse como candidata a Intendenta de La Matanza para partir el peronismo, significa que los anuncios de que va a ir presa son una puesta en escena en la que ella es socia del establishment. Entre Karina y Cristina no hay tanta diferencia.

El Gordo Dan-tesco
Pero hay otro elemento en juego: la masculinidad comprometida. La narrativa de Milei se ha basado en la imagen de un líder fuerte, disruptivo, un “macho alfa” de la política que desafía al statu quo. Sin embargo, los últimos meses han puesto a prueba esta imagen. La incapacidad de controlar la agenda económica, los tropiezos en las negociaciones con el FMI y la falta de avances concretos en su proyecto libertario pueden erosionar su autoridad. En una sociedad donde la masculinidad política sigue asociándose con el liderazgo infalible, cualquier signo de debilidad puede costarle caro.
Si el gobierno no logra consolidar su base económica y política, la caída no solo será electoral, sino simbólica. El “macho alfa” podría verse reducido a un político más que prometió una revolución y terminó atrapado en las mismas limitaciones que sus predecesores. El futuro del gobierno de Milei depende de su capacidad para demostrar que su modelo no es solo ajuste y relato, sino un proyecto real de transformación. Si no lo logra, es posible que en las próximas elecciones se encuentre con un electorado desencantado y con su imagen de líder indiscutido hecha añicos.





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