En un reciente evento del Museo Isaac Fernández Blanco reportado en la sección de Red Carpet de este blog, Walter D’Aloia Criado—presidente de la Asociación de Amigos del museo y vicecónsul honorario de España en Buenos Aires—apareció disfrazado de virrey español. Con peluca blanca, bastón, galones y toda la escenografía del poder colonial, el gesto, más kitsch (en el sentido de cursi y de mal gusto) que protocolar, resulta llamativo por varias razones.

Varias reflexiones. ¿Es apropiado que un representante diplomático de España, aunque en carácter honorario como Walter D’Aloia Criado, encarne la figura del virrey en pleno siglo XXI? En América Latina, el virrey no es una figura folclórica, sino el emblema de una jerarquía brutal y extractiva.
Tweet
Varias reflexiones. ¿Es apropiado que un representante diplomático de España, aunque en carácter honorario, encarne la figura del virrey en pleno siglo XXI? En América Latina, el virrey no es una figura folclórica, sino el emblema de una jerarquía brutal y extractiva. El caso del Río de la Plata era muy particular porque el poder estaba en el Alto Perú por lo que el virrey no gobernaba sino que se representaba gobernando. El gesto de D’Aloia Criado repite ese gesto: una teatralidad que conserva todo el decorado, pero el problema de este hombre está en sus dos funciones: Presidente de la Asociación del Museo Hispanoamericano (que es el museo del arte hecho por los indígenas o gente afín durante la Conquista ya que el Museo de Arte Español es el Larreta en Belgrano) y Vice-Cónsul Honorario de la ‘Madre Patria’ (su email termina en yahoo.com.ar….realmente, poco serio y tal vez este sea parte del problema).
El carácter dual de D’Aloia Criado, recuerda inevitablemente la vieja doctrina medieval de los dos cuerpos del rey, tal como la formuló Ernst Kantorowicz: el cuerpo físico y el cuerpo político, eterno, ideal, y en este caso, cursi, que sobrevive .
Tweet
El carácter dual de D’Aloia Criado, en la realidad y en el momento que se pone el disfraz para ‘jugar’ al virrey, recuerda inevitablemente la vieja doctrina medieval de los dos cuerpos del rey, tal como la formuló Ernst Kantorowicz: el cuerpo físico del monarca, mortal, corruptible, que puede enfermar y morir; y el cuerpo político, eterno, ideal, indestructible, que sobrevive a través de la institución y del símbolo. En ese marco, el virrey del Fernández Blanco no es simplemente un personaje de época: es la reactivación festiva de ese cuerpo político que no muere, que puede perder su poder material pero conservar cierto aura simbólica. Desde ya, el poder real hoy está en Estados Unidos y China pero esa huella que arrastra este hombre disfrazado a quien ni siquiera la Embajada Española le dio un email institucional, le permite, como la Asociación que preside, cobrar dinero de los contribuyentes. Aunque no haya imperio ni monarquía, el cuerpo del poder circula igual, y no solo vestido con galones y pelucas, legitimado por cócteles, subvenciones y cámaras de fotos. Es ese cuerpo el que nunca termina de desaparecer, y al que hoy se fotografía con aplausos, recibe fondos de los contribuyentes en lugar de ponerlos de su bolsillo o de la cooperación internacional española.
Desde esta perspectiva, hay algo más perverso en que un argentino designado por España se disfrace de virrey en un evento cultural financiado con fondos de los contribuyentes. Esto es corrupción por más intermedia y liminal que sea su posición tanto entre Argentina y España o entre la gestión del museo y su Asociación de Amigos.
Desde esta perspectiva, hay algo más perverso en que un argentino designado por España se disfrace de virrey en un evento cultural financiado con fondos de los contribuyentes?
Tweet

La Asociación de Amigos del Museo Fernández Blanco, como tantas otras organizaciones afines, recibe fondos de la Ley de Mecenazgo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires que hay que eliminar ya mismo para sincerar las formas de financiamiento. Proyectos a nombre de la asociación y de su presidente (en tanto persona física) han sido beneficiados con partidas que salen del mismo bolsillo que financia escuelas, hospitales o centros culturales de barrio: el del contribuyente pero, la diferencia, es que hace parecer que el dinero lo pone esta oligarquía. Creo que en este caso, se merecen esa denominación.

Proyectos a nombre de la asociación y de su presidente (en tanto persona física) han sido beneficiados con partidas de Ley de Mecenazgo que salen del mismo bolsillo que financia escuelas, hospitales o centros culturales de barrio: de los contribuyentes.
Tweet
La Ley de Mecenazgo, originalmente concebida como una herramienta para ampliar el acceso a la cultura, ha sido progresivamente capturada por un pequeño ecosistema de asociaciones, gestores y actores culturales que se presentan como filántropos pero operan como beneficiarios privilegiados del Estado. No son los privados quienes financian lo público: es lo público lo que subsidia el decorado de lo privado.
Tras la nefasta sanción de la Ley de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires no son los privados quienes financian lo público: es lo público lo que subsidia el decorado de lo privado. Esto debería darles vergüenza.
Tweet
Quienes integran estas asociaciones no “ponen” el dinero: lo gestionan, lo administran, (evidentemente) lo distribuyen entre los suyos, y se lucen en eventos donde los invitados los aplauden mientras el ciudadano común paga las cuentas. Así funciona esta versión criolla del mecenazgo: como una performance de generosidad sostenida con dinero ajeno. Y no me digan que porque pagaron la entrada o el cubierto se sienten moralmente redimidos porque lo de las asociaciones de amigos es un papelon. Walter D’Aloia Criado, Presidente de la Asociación de Amigos del Fernandez Blanco se disfrazó de un virrey que nunca se fue.
Walter D’Aloia Criado, Presidente de la Asociación de Amigos del Fernandez Blanco se disfrazó de un virrey que nunca se fue.
Tweet





Deja una respuesta