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La Rerum Novarum de la Política de la Vida

El Pontificado del Papa León XIV buscará enfrentar los nuevos desafíos que la ciencia y la tecnología plantean a la dignidad humana. Inspirado en Rerum Novarum de León XIII, que en 1891 definió la Doctrina Social de la Iglesia frente a las tensiones del capitalismo industrial, el nuevo Papa parece decidido a articular una respuesta teológica y ética a las tensiones biopolíticas del siglo XXI: edición genética, salud mental, farmacología e inteligencia artificial. Estos desafíos representan las “res novae” de nuestro tiempo, las nuevas cuestiones que un Papa estadounidense y agustino está dispuesto a abordar.

el nuevo Papa parece decidido a articular una respuesta teológica y ética a las tensiones biopolíticas del siglo XXI: edición genética, salud mental, farmacología e inteligencia artificial.

Teología y Edición Genética

La edición genética es quizás el campo más simbólicamente cargado de esta nueva biopolítica. Mientras la tecnología CRISPR promete curar enfermedades antes incurables, también plantea preguntas inquietantes sobre la dignidad y la instrumentalización de la vida humana. León XIV, siguiendo la tradición de Francisco, ha elogiado los esfuerzos para aliviar el sufrimiento genético, pero ha dejado claro que ningún objetivo, por noble que sea, justifica la destrucción de embriones humanos. Para él, la vida no puede ser tratada como un producto técnico ni moldeada a capricho según ideales de perfección utilitaria. Esta postura refleja una resistencia a lo que podría llamarse una “cultura del superhumano,” que corre el riesgo de reducir a las personas a simples proyectos biológicos.

León XIV, siguiendo la tradición de Francisco, ha elogiado los esfuerzos para aliviar el sufrimiento genético, pero ha dejado claro que ningún objetivo, por noble que sea, justifica la destrucción de embriones humanos.

El Papa de la Cruzada contra la ‘Sobredosis de medicalización’

Más allá de los laboratorios, el Papa también ha mostrado una profunda sensibilidad hacia la salud mental, un área donde la Iglesia busca romper el silencio histórico que ha marginado a los enfermos psíquicos. León XIV insiste en que la dignidad humana incluye a quienes sufren depresión, ansiedad o psicosis, y ha advertido contra la tendencia a medicalizar el sufrimiento humano como si solo pudiera abordarse farmacológicamente. El Papa ha llamado a construir una cultura de acogida y acompañamiento, donde los enfermos no sean vistos como problemas técnicos sino como hermanos y hermanas que requieren atención integral, no solo química.

El Papa ha llamado a construir una cultura de acompañamiento, donde los enfermos no sean vistos como problemas técnicos sino abrazados con atención integral, no solo química

En esta línea, León XIV ha criticado la “sobredosis de medicalización” que caracteriza a las sociedades avanzadas. No niega el valor de los psicofármacos, pero advierte que reducir la vida humana a una mera serie de desequilibrios neuroquímicos es una forma de alienación. Para el Papa, no todo dolor es una patología que deba ser suprimida; a veces es un llamado a la comunidad, a la conversión, a una vida más auténtica. En esto, León XIV se alinea con la tradición agustiniana de explorar las profundidades del alma humana, recordando que detrás de cada diagnóstico hay una historia personal y espiritual que no debe ser reducida a términos clínicos.

León XIV se alinea con la tradición agustiniana de explorar las profundidades del alma humana, recordando que detrás de cada diagnóstico hay una historia personal

La farmacología y el control de la subjetividad son otros temas en los que el Papa ha mostrado una sensibilidad particular. Ha señalado que en una era de “biopolítica química”, las adicciones se han convertido en nuevas formas de esclavitud. Para León XIV, la crisis de opioides en Estados Unidos o las epidemias de metanfetaminas en América Latina son síntomas de una cultura que busca evadir el sufrimiento a cualquier costo, olvidando que el dolor también puede ser un camino hacia la redención. En su enfoque pastoral, la Iglesia debe ofrecer no solo desintoxicación química, sino también desintoxicación espiritual y moral, ayudando a los individuos a encontrar sentido más allá del alivio inmediato.

Para León XIV, la crisis de opioides en Estados Unidos o las epidemias de metanfetaminas en América Latina son síntomas de una cultura que busca evadir el sufrimiento a cualquier costo, olvidando que el dolor también redime.

Vaticon Valley?

La inteligencia artificial (IA) aplicada a la medicina es quizás el campo más reciente y complejo al que León XIV ha comenzado a responder. Ha apoyado aplicaciones médicas que salvan vidas y extienden el acceso a la atención, pero insiste en que la IA nunca debe reemplazar la relación personal entre médico y paciente. Para el Papa, los algoritmos pueden diagnosticar, pero no pueden amar, consolar o perdonar. Esta posición se traduce en un llamado a que la tecnología médica sea regulada con criterios éticos claros, evitando que los datos personales se conviertan en mercancía o en herramientas de discriminación.

Para el Papa, los algoritmos pueden diagnosticar, pero no pueden amar, consolar o perdonar. Esta posición se traduce en un llamado a que la tecnología médica sea regulada con criterios éticos claros.

El Papa de la Privacidad

León XIV también ha advertido contra los riesgos de una vigilancia sanitaria totalizante, donde la privacidad y la dignidad individual quedan subordinadas a la eficiencia tecnológica. Frente a los sistemas de rastreo masivo que se popularizaron durante la pandemia de COVID-19, el Papa ha pedido que los datos médicos sean tratados con justicia y secreto, recordando que el control excesivo puede fácilmente convertirse en opresión. Aquí resuena su formación agustiniana, que siempre insistió en la primacía de la conciencia personal frente a las estructuras de poder.

Pero más allá de las críticas, León XIV es un Papa de esperanza. En sus discursos iniciales ha llamado a que los avances tecnológicos sean puestos al servicio del bien común, no del lucro o del poder. Para él, la tecnología debe ser una herramienta que potencie las relaciones humanas, no que las reemplace. Esta visión humanista, enraizada en la tradición cristiana pero abierta a los desafíos del presente, es quizás el sello distintivo de su pontificado.

Para el nuevo Papal, la tecnología debe ser una herramienta que potencie las relaciones humanas, no que las reemplace.

Hacia una Teología de la Biopolítica

En este sentido, León XIV parece dispuesto a articular una nueva teología de la biopolítica, donde la dignidad humana no sea solo un principio abstracto, sino una realidad vivida y defendida en cada laboratorio, cada hospital y cada red digital. Es un Papa que, como León XIII en su época, entiende que la Iglesia no puede retirarse del mundo técnico, sino que debe entrar en diálogo crítico con él, ofreciendo una alternativa moral a las fuerzas impersonales del mercado y la tecnología.

Al final, el desafío para León XIV es quizás el mismo que enfrentó León XIII: cómo preservar la dignidad humana en un mundo que tiende a reducir a las personas a objetos de cálculo y gestión. Para León XIII, el enemigo era el capitalismo salvaje de la revolución industrial; para León XIV, es la tecnociencia que amenaza con transformar al ser humano en mera materia manipulable. Pero si algo ha demostrado la historia de la Iglesia, es que la fe, cuando se toma en serio, puede desafiar incluso a los poderes más grandes de su tiempo.

Leo XIV, Rerum Novarum Biopolitics, and the Augustinian Crusade Against the Anglo-Saxon Replacement of the Social by Pharmachemistry

Since his election in May 2025, Pope Leo XIV has made it clear that his pontificate will address the new challenges that science and technology pose to human dignity. Inspired by Rerum Novarum by Leo XIII, which in 1891 defined the Church’s social doctrine in response to the tensions of industrial capitalism, Leo XIV seems determined to articulate a theological and ethical response to the biopolitical tensions of the 21st century: genetic editing, mental health, pharmacology, and artificial intelligence. These challenges represent the “res novae” of our time—the new issues that an American and Augustinian pope is ready to confront.

Leo XIV seems determined to articulate a theological and ethical response to the biopolitical tensions of the 21st century: genetic editing, mental health, pharmacology, and artificial intelligence.

Genetic editing is perhaps the most symbolically charged field in this new biopolitics. While CRISPR technology promises to cure previously incurable diseases, it also raises disturbing questions about the dignity and instrumentalization of human life. Leo XIV, following the tradition of Francis, has praised efforts to alleviate genetic suffering but has made it clear that no goal, however noble, justifies the destruction of human embryos. For him, life cannot be treated as a technical product or shaped at will according to ideals of utilitarian perfection. This stance reflects a resistance to what might be called a “superhuman culture,” which risks reducing people to mere biological projects.

Leo XIV, following the tradition of Francis, has praised efforts to alleviate genetic suffering but has made it clear that no goal, however noble, justifies the destruction of human embryos.

Beyond the laboratories, the Pope has also shown deep sensitivity toward mental health, an area where the Church seeks to break the historical silence that has marginalized the mentally ill. Leo XIV insists that human dignity includes those who suffer from depression, anxiety, or psychosis, and has warned against the tendency to medicalize human suffering as if it could only be addressed pharmacologically. The Pope has called for a culture of welcome and accompaniment, where the mentally ill are not seen as technical problems but as brothers and sisters who need comprehensive care, not just chemical solutions.

Leo XIV insists that human dignity includes those who suffer from depression, anxiety, or psychosis, and has warned against the tendency to medicalize human suffering as if it could only be addressed pharmacologically.

In this vein, Leo XIV has criticized the “overdose of medicalization” that characterizes advanced societies. He does not deny the value of psychopharmaceuticals, but he warns that reducing human life to a mere series of neurochemical imbalances is a form of alienation. For the Pope, not all pain is a pathology that must be suppressed; sometimes it is a call to community, to conversion, to a more authentic life. In this, Leo XIV aligns with the Augustinian tradition of exploring the depths of the human soul, reminding us that behind every diagnosis is a personal and spiritual story that should not be reduced to clinical terms.

Leo XIV aligns with the Augustinian tradition of exploring the depths of the human soul, reminding us that behind every diagnosis is a personal and spiritual story that should not be reduced to clinical terms.

Pharmacology and the control of subjectivity are other areas where the Pope has shown particular sensitivity. He has noted that in an era of “chemical biopolitics,” addictions have become new forms of slavery. For Leo XIV, the opioid crisis in the United States or the methamphetamine epidemics in Latin America are symptoms of a culture that seeks to escape suffering at any cost, forgetting that pain can also be a path to redemption. In his pastoral approach, the Church must offer not only chemical detoxification but also spiritual and moral detoxification, helping individuals find meaning beyond immediate relief.

For Leo XIV, the opioid crisis in the United States or the methamphetamine epidemics are symptoms of a culture that seeks to escape suffering at any cost, forgetting that pain can also be a path to redemptiom.

Artificial intelligence (AI) applied to medicine is perhaps the most recent and complex field that Leo XIV has begun to address. He has supported medical applications that save lives and extend access to care but insists that AI should never replace the personal relationship between doctor and patient. For the Pope, algorithms can diagnose, but they cannot love, console, or forgive. This position translates into a call for medical technology to be regulated with clear ethical criteria, preventing personal data from becoming a commodity or a tool of discrimination.

Leo XIV has also warned against the risks of totalizing health surveillance, where privacy and individual dignity are subordinated to technological efficiency. In response to the mass tracking systems popularized during the COVID-19 pandemic, the Pope has called for medical data to be treated with justice and secrecy, reminding us that excessive control can easily become oppression. Here, his Augustinian formation resonates, always insisting on the primacy of personal conscience over structures of power.

But beyond criticism, Leo XIV is a Pope of hope. In his initial speeches, he has called for technological advances to be put at the service of the common good, not profit or power. For him, technology should be a tool that enhances human relationships, not replaces them. This humanist vision, rooted in the Christian tradition but open to the challenges of the present, is perhaps the distinctive mark of his pontificate.

Leo XIV has called for technological advances to be put at the service of the common good, not profit or power

In this sense, Leo XIV seems ready to articulate a new theology of biopolitics, where human dignity is not just an abstract principle but a lived reality defended in every laboratory, hospital, and digital network. He is a Pope who, like Leo XIII in his time, understands that the Church cannot retreat from the technical world but must engage in critical dialogue with it, offering a moral alternative to the impersonal forces of the market and technology.

Ultimately, the challenge for Leo XIV is perhaps the same one faced by Leo XIII: how to preserve human dignity in a world that tends to reduce people to objects of calculation and management. For Leo XIII, the enemy was the savage capitalism of the industrial revolution; for Leo XIV, it is the technoscience that threatens to transform the human being into mere manipulable matter. But if the history of the Church has shown anything, it is that faith, when taken seriously, can challenge even the greatest powers of its time.

Ultimately, the challenge for Leo XIV is perhaps the same one faced by Leo XIII: how to preserve human dignity in a world that tends to reduce people to objects of calculation and management

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